Las calles de Hyoku

julio 11, 2012

Las calles de Hyoku se habían vuelto oscuras y siniestras aquella noche. Entre las sombras de los callejones se urdían conspiraciones negras, los siseos de las voces de delincuentes y alimañas tejían la rutina nocturna de la ciudad del pecado capital. Los altos edificios de las corporaciones internacionales, dedicados a dirigir el destino del mundo de día se convertían en los cuarteles generales desde los que un ejecutivo daba órdenes a una milicia de invadir alguna aldea sureña, o tal vez se convertían en el emplazamiento de miles de laboratorios al servicio de algún narcotraficante extranjero, el caso es que aún a las doce de la noche se distinguían tenues luces artificiales en alguna ventana de un piso treinta y ocho. Apenas se podía ver el cielo en aquella parte de la ciudad. Avenidas, travesías, y callejones eran el hogar del crimen en la gran ciudad del pecado, desde cortabolsas hasta asesinos a sueldo, tan solo había que elegir.

Intentaba fundirme con la oscuridad de aquellos sitios, pasar desapercibido. Pegaba mi espalda a los fríos muros de metal de los rascacielos, me deslizaba hacia mi objetivo ignorando las conversaciones de los comerciantes del delito que, ni por asomo sospechaban de mi presencia. Tenía que llegar hasta el edificio de la empresa “Ahoru-gy Research”, tapadera central de la organización criminal de Akudo, el don que controlaba el setenta por cien del crimen organizado de la ciudad. Seguramente habría un ejército en el interior para defender la fortaleza, bueno, seguramente no… lo había… y yo debía entrar allí. No iba a ser nada fácil, antes debía llegar hasta el edificio a través de calles en las que el homicidio estaba a la orden del día y, permanentemente en el menú.

Akudo era un tipo elegante, un hombre destinado a reinar, a dirigir. Nadie solía verle cerca de los lugares que sus pupilos frecuentaban, no se juntaba con los que trabajaban para él, era más bien uno de esos capos de la mafia que se sentaban en una hamaca en alguna isla tropical, junto a un teléfono móvil y un daiquiri, mientras sus matones extorsionan, matan, investigan, y controlan. Su supuesta empresa de investigación se dedicaba a vender avances científicos del campo de la medicina y la farmacéutica desarrollados en sus propios laboratorios, su organización criminal a vender armas, comerciar con drogas de diseño, comprar poder e influencias, y a algo más, de eso estaba seguro, y lo iba a descubrir esta noche. Tan solo tenía una oportunidad, un intento, si fallase me identificarían, y después sería hombre muerto, si no es que el ruido avisara al resto de perros de presa que quedaban en las calles.

Mientras escuchaba a un par de camelos discutir sobre algún acuerdo de territorio a la puerta de una discoteca clandestina (o al menos eso parecía el local del que habían salido, una puerta metálica tras la que se ocultaba un gorila de dos metros diez), vi justo en una de las ventanas del citado edificio Ahoru-gy, en la avenida perpendicular a mi situación, un puntero láser, el tipo de mira que cualquier rifle avanzado de francotirador incorporaba. La noche pareció, por un momento, más oscura y negra que de costumbre. Me puse las gafas de larga distancia de visión nocturna, e intenté vislumbrar el objetivo de aquella mira: Sentado en una mesa con la única luz de un flexo débil podía ver al mismísimo Akudo, un hombre de mediana edad con larga barba que parecía redactar algo a mano. Ni un sonido se oyó en el momento en que se realizó el disparo. La ventana reventó en millones de pedazos, Akudo cayó con una trayectoria lateral sobre el suelo de la habitación, alguien que estaba en aquella habitación apagó la luz y, segundos después, el cuerpo del mismísimo líder del crimen era arrojado desde un piso veinte. Nada tenía sentido, era un trabajo mal hecho. Alguien había truncado mi intento de incursión, todo el mundo de la mafia se iba a poner en marcha, aunque, por otra parte eso les mantendría ocupados y, de paso, al ejército que me iba a estar esperando dentro, era mi única oportunidad. Uno de los camellos sacó una Desert Eagle de la chaqueta y disparó a su colega en la cabeza, enfundó, y entró en su madriguera Tecno.

Apresuré mi paso hacia aquel gran edificio gris, dejé la pared a la que andaba pegado para cruzar la vía rápida corriendo, me dirigí a la parte trasera del colosal rascacielos y, tras unos contenedores me dispuse a localizar en el mapa del dispositivo GPRS el punto débil por el que debía entrar a la gran fortaleza del imperio Akudo. Se trataba de una maniobra complicada: debía localizar la tapa que cubría el tendido eléctrico subterráneo más cercana, colarme, y seguir entre cables de alta tensión hasta infiltrarme en la habitación en la que se ocultaba el generador del edificio, por un agujero de aproximadamente treinta y cinco cm de diámetro. Era teóricamente imposible.

Justo en el instante en que iba a salir a la caza de mi vía de entrada, se me ocurrió girar la vista hacia el apartamento del que había provenido el disparo certero, desde mi posición podía ver claramente como una figura desmontaba un rifle de precisión con rapidez, mientras tanto salían del edificio corporativo de Ahoru-gy decenas de guardias de seguridad armados con rifles de asalto, junto a ellos dos de los matones del mismo don, como si de generales se tratase. No me molesté en pensar que había ocurrido, el porqué del asesinato, el quién, no eran asuntos de mi incumbencia, al fin y al cabo yo soy solo un espía, un guerrero sin clan en un mundo de influencias y manadas, un Ronin. Un Samurai venido a menos, un comerciante de información que iba a recibir una gran suma de dinero si descubría qué se cocía en los laboratorios de aquel castillo de investigación y crimen, cuál era la quintaesencia de “Ahoru-gy Research Enterprises”, aunque eso sí, fuera lo que fuera, era algo gordo y valioso… más valioso que la vida de un don.

By Micky «Stoner» González

Dreamwalker (Caminante de los sueños)

junio 24, 2012

Micky Stoner – Escrito en 2004

Escucha recomendada:

Space Oddity – David Bowie

Aquella noche alguien soñó con ballenas espaciales. Grandes cetáceos nadando a través del firmamento, con sus cuerpos translúcidos, llenos de membranas luminosas como los peces de las profundidades abismales de los océanos. Criaturas colosales cantando melodías para comunicarse con sus parientes a miles de eones de distancia, meciéndose como si un suave viento las empujase flotando hacia su destino, el frío espacio exterior. Se acercaban a la nave, curioseaban y, los circuitos eléctricos en su interior se agitaban con el roce del metal del casco, haciéndolas retroceder. La curiosidad era una facultad innata de estos seres ajenos.

La nave había cambiado su rumbo, el encargo a Marte había sido anulado y una nueva ruta había sido trazada: Venus. El viajero conocía la energía que contenía aquella parte del sistema solar, así que aprovechó para soñar. Soñó con estos grandes titanes espaciales e inmediatamente aparecieron por la proa de la nave, siguiéndola de cerca, salidos de la nada, espontáneos. Despertó una vez las hubo soñado, las observó durante media hora, hasta que pasó la órbita de venus y su sueño careciese de energía suficiente como para seguir con aquella ilusión. En el sistema de radio se escuchaba Tommy, de los Who, y la ballenas espaciales parecían reaccionar a la música mientras se desvanecían dejando una estela de luz en el universo, alrededor de la nave.

En la cercana estación de peaje de venus, un soldado observó la escena, admiró por un corto espacio de tiempo el espectáculo y, se preparó para pedir la documentación a aquella nave de transporte. Su compañero miró la escena y, mientras sonreía dijo: -Un onírico con un carguero?… Típico de Venus!-. Aquella noche alguien soñó con ballenas espaciales.

El viajero se acercó a la radio y, justo en ese momento emitió un leve chirrido precedido de una voz bastante joven: -Tripulación del vehículo de carga con código X-3254, prepárese para identificación… Permaneció de pie, junto a los mandos, en cuestión de segundos la voz volvió a la maltratada radio: -Identificación finalizada… comprobamos asunto de viaje… transporte de mercancías al sector industrial… ¿Desea que introduzcamos una ruta guiada en su ordenador? – No, gracias, conozco el camino. –Tiene usted permiso de estancia de tres días… La voz sonó seca y distorsionada por el altavoz de la vieja radio, el halo de energía que rodeaba venus casi se podía tocar desde el interior de la nave, y después de dos semanas de viaje por fin se podían poner los pies en tierra firme.

Venus no era precisamente un lugar de ensueño y, es cierto que podría serlo perfectamente. El gran anillo de energía onírica que rodeaba el planeta incidía de forma nociva sobre los oníricos residentes, pocos quedaban allí y estos no se atrevían a soñar, al parecer los poderes podían volverse inestables. Las calles de la zona industrial eran un vivo reflejo de un pasado primitivo: Vapores nocivos, fabricas ruidosas habitadas solamente por micro-chips y circuitos electrónicos diminutos, funcionarios de la federación solitarios viviendo en sus colmenas y, como no, soldados del ejército de la administración. El viajero aún tenía a los Who en mente, era extraño que se acordara de esa cancioncilla mientras observaba un paisaje sin simulación de atmósfera, la noche infinita capaz de desquiciar incluso a un androide, el espacio en carne viva. El café de la mañana se lo tomó un poco más pronto de lo normal, a las cinco de la mañana hora terrestre, con dos sobres de azúcar y la vieja máquina para moler auténticos granos de café de Colombia, un capricho caro, muy caro.

El ozono artificial que expulsaban los respiraderos de la cúpula del distrito industrial no eran suficiente para paliar la claustrofobia o, ¿por qué no? Agorafobia según cómo se mire, que podía provocar aquel lugar de pesadilla post apocalíptica. Las paredes de los edificios ennegrecían con el paso de tiempo a causa de los vapores descargados en el ambiente, la arquitectura era digna de un psicópata esquizofrénico y, los cableados que rodeaban los muros de aquella cárcel corporativa parecían cobrar vida con sus ruidos cibernéticos, como serpientes descomunales preparadas para atacar. Las circunstancias de aquella entrega no eran las previstas y el permiso de tres días se lo podían meter por el culo, al Viajero se le revolvieron las tripas al bajar del carguero. Un soldado le condujo a través de las tétricas calles hasta una vivienda el arco de la puerta de la cual se diferenciaba de las demás colmenas por su escudo militar. El soldado se quedó junto a la puerta, entregó un sobre al nuevo huésped, tosió un par de veces con fuerza y compartiendo solidariamente su virus con el resto de la escena, se despidió y desapareció entre la sospechosa neblina gris.


Una recepcionista uniformada indicó con pocas palabras que el carguero tardaría un par de días en ser vaciado, que la burocracia no era poca y que la 132 era su habitación. El viajero necesitaba vomitar un poco. Tras una purga poco sana, un vaso de ¿agua?, y un vistazo a la programación de la televisión por satélite, el Viajero se decidió a echarse en una cama demasiado blanda y de sábanas sucias y descoloridas, dormir hasta la hora de comer y, sobre todo no soñar, solo pesadillas podían salir de la imaginación en un lugar así.

junio 23, 2012

Dedicado a la Kraken Roll Band… una noche increíble… creemos los mitos…

Micky Stoner

Recuerdo mirar la portada del Abraxas de Santana de nano y pensar: Este Cd, con su música dentro, su arte… jamás podré soñar si quiera con arañar la experiencia de pertenecer a algo tan grande, tan puro. Mi compañero Javier Sánchez en Erich Zann y yo siempre hablamos sobre esas interminables noches colgando de las cuerdas pensando dónde está el límite entre realidad y fantasía cada vez que tocas, ensayas, mareas… Nunca fue práctico intentar vivir de los mitos…

Las hazañas legendarias ya son solo propias de deportistas o de timadores… la historia del rock se escribe en el despacho de unos cuantos mediocres y la sangre y el sacrificio se sacan de plano para no manchar… Sabes que es imposible dejar huella sin un padrino que te compre unas botas con unos buenos tacones, sabes que debe ser un hobby y sabes que es el peor momento! Y sigues mirando…

Ver la entrada original 261 palabras más

The Metropolitan Radio Hour – Summer!

junio 21, 2012

 

En esta noche megalítica en la que esperamos impacientes a que llegue la noche de mañana con su Kraken Roll Band en la sala Wah Wah, nos olvidamos de que esta noche llega… el Verano! Dedicado a toda la gente que ha hecho posible que el verano de 2012 empiece con (como no) THE KRAKEN ROLL BAND!

Décimo episodio a una noche tan especial como es la del solsticio de verano! Escucharemos un puñado de temas inspirados por la estación del desierto, damos la bienvenida pues… a The Long Hot Summer!!!

The Metropolitan  – Ep nº10

Podéis escuchar ya los 10 primeros episodios de nuestro programa nocturno en el que suenan las más extrañas melodías y los cantos apocalípticos de la era megalítica… Cada semana dedicamos nuestro programa a paranoias particulares y ponemos y nos ponemos con la mejor música.

Click en el icono de Ivoox

http://themetropolitan.ivoox.com

No poseemos los derechos de autor de las canciones ni hacemos uso lucrativo de ellas.